El siglo XIX fue una época de esplendor intelectual y urbanístico en Berlín, el viajero berlinez Alexander von Humboldt hizo parte de una generación que dio forma al legado intelectual de la ciudad, gracias a sus viajes e investigaciones Humboldt fue uno de los primeros en plantear la posibilidad del cambio climático. La importancia de los escritos de Humboldt, casi tan importantes como los de Darwin, radica en su enfoque holístico, que reconocía las interacciones complejas entre los elementos físicos y biológicos de los lugares que visitaba. En Américalatina, lugar del que provengo, su figura es reconocida gracias a sus viajes por el territorio suramericano y el caribe. Inspirado en uno de mis iconos intelectuales alemanes favoritos de espíritu curioso y aventurero decidí adentrarme en un lugar conocido solo por lecturas, películas y algún viaje turístico anterior. Tomé un avión que dejó una estela de C02 entre Helsinki y Berlín para encontrarme con mis compañeros de viaje, consciente de que el hecho de estar parado en un lugar diferente, con un idioma y maneras de hacer distintas, en unas pocas horas, podría ser un milagro tecnológico que quizás esté solo reservado para unos pocos en el futuro.
Al aterrizar en el aeropuerto de Brandemburgo, noté de inmediato la diferencia de temperatura y nivel freático en Berlín. Era el 22 de mayo y la temperatura alcanzaba los 26 grados con un día soleado. Dada mi sensibilidad a los cambios de presión atmosférica, mi cabeza actúa como un barómetro que anticipa tormentas y alteraciones en la presión. Un ligero dolor de cabeza, que con el tiempo se convirtió en una jaqueca, me indicaba que había llegado a un lugar con una atmósfera particular.
El contexto en el que me encontraba también influyó en mis preocupaciones sobre el cambio climático, la habitabilidad en la ciudad, la sostenibilidad y el envejecimiento de la población. Venía de pasar un mayo inusualmente cálido en Finlandia, lo cual aumentaba mi inquietud por los efectos del calentamiento global y sus impactos en diferentes partes del mundo. Como explorador postapocalíptico, estaba dispuesto a observar y reflexionar sobre cómo este mundo que se cierne sobre todos nosotros se manifiesta en Berlín, una ciudad con su propia historia y características únicas.
Berlín: una historia subterránea
En su libro “Corrientes Subterráneas: una historia de Berlín”, la escritora estadounidense Kristy Bell destaca un rasgo peculiar de la ciudad: su historia de construcción y reconstrucción en un terreno rugoso y pantanoso, lo cual se refleja en su alto nivel freático. A lo largo de estas páginas, la autora, cautivada por el feng shui como método de lectura del espacio, intenta leer la ciudad como si fuera un libro, buscando establecer una conexión entre la suerte histórica de Berlín, su entorno y su historia personal.
A diferencia de otras ciudades que están rodeadas por agua, Berlín se levanta en un valle glacial esculpido por las aguas del deshielo, las cuales arrastraron arena y grava, dejando tras de sí un paisaje salpicado de lagos y cursos de agua. Un lugar llano y de planicies poco arboladas. Desde el siglo XIX, el control del agua subterránea ha sido un desafío complicado de manejar, y ya en esa época Peter Joseph Lenné, renombrado arquitecto paisajista convertido en urbanista, reflexionó sobre ello. Lenné, quien entre sus muchas funciones también fue jardinero del Rey prusiano Guillermo IV, realizó los primeros trazados de la ciudad tal como la conocemos hoy.
En el siglo XIX, el drenaje de aguas a través de canales y una extensa red de tuberías subterráneas fue un logro tecnológico asombroso. Estas obras de urbanización desempeñaron un papel crucial en la mejora del saneamiento de Berlín, convirtiéndola en una de las ciudades más limpias de Europa en ese momento. Además, el reconocido paisajista Peter Joseph Lenné fue el responsable del diseño y la arborización del Tiergarten, el pulmón verde de la ciudad. Personalmente, solía pasear por el Tiergarten todas las mañanas durante mi viaje antes de desayunar en el hotel, al igual que lo hacía el ilustre berlinés Walter Benjamin, quien fue uno de los cronistas más inquietantes de la ciudad y quien afirmaba que “Perderse en la ciudad es como perderse en un bosque”.
Dentro de su visión urbanística, Lenné estableció un legado de bienestar que forma parte de la identidad de la ciudad. Sin embargo, Berlín, a veces como un pantano de concreto, tiene la capacidad de absorber la dolorosa y tensa historia que la ha marcado para luego regurgitar fragmentos urbanos por los que los turistas transitan sin comprender plenamente su significado y función: edificios ocupados con pintadas de grafitis, vestigios del muro, canales, puentes, edificios neoclásicos, edificios de cristal, tuberías externas que parecen intestinos desgarrados, campamentos improvisados de personas sin hogar, lujosos automóviles paseando frente a aceras donde la vegetación crece de manera descontrolada. Estos fragmentos urbanísticos hacen de Berlín un palimpsesto de capas de realidad que se superponen unas sobre otras, formando una narrativa compleja y fascinante.
Estas reflexiones surgen en retrospectiva, después de sumergirme en el libro de Kristy Bell que adquirí poco después de regresar de mi viaje por Berlín. Mi objetivo era intentar encontrar un sentido en los fragmentos urbanos que encontraba a mi paso por la ciudad. Durante el viaje, mi propósito era acompañar a un grupo de profesionales del sector gerontoasistencial español en un viaje organizado por Inforesidencias, con el fin de explorar el sistema de atención gerontoasistencial de Berlín. Durante nuestra estancia, tuvimos la oportunidad de visitar varios centros y conceptos de cuidado para personas mayores, lo cual nos permitió apreciar las diferencias y soluciones en el ámbito del cuidado entre esta ciudad estado que es Berlín y España. Estas diferencias podrían ser un tema fascinante en sí mismo y podrían ser objeto de otra crónica detallada.
Un espacio residencial de convivencia y sostenibilidad a orillas del Spree
En particular, una de las visitas que más me impactó y en la que tenía grandes expectativas fue un CoHousing dentro del proyecto de viviendas cooperativas de Spreefeld, un proyecto residencial ubicado en Berlín, en la frontera entre Mitte, Kreuzberg y Friedrichshain, justo frente al río Spree y la pintoresca aldea Holzmarkt al otro lado del río. Quedé cautivado por este lugar y, en consecuencia, sugerí a Josep de Martí y a su equipo del que hago parte dedicar unas páginas a mi experiencia en este sitio en particular.
El CoHousing en el proyecto de vivienda cooperativa de Spreefeld representa una interesante iniciativa residencial que encarna principios de convivencia comunitaria y sostenibilidad, y me pareció relevante compartir cómo este proyecto aborda los desafíos del cuidado, la sostenibilidad y la vida en comunidad en el contexto berlinés.
Llegamos en autobús por la mañana y entramos al complejo de tres bloques de edificios rodeados de jardines dedicados al cultivo de árboles frutales y hierbas aromáticas. Me llamó especialmente la atención la presencia de cajas de compostaje de aproximadamente 2 metros cúbicos en uno de los jardines, evidenciando un enfoque sostenible y consciente del manejo de residuos. Además, las enredaderas trepaban por las paredes de uno de los edificios, alcanzando casi los pisos superiores y creando una imagen impresionante de conexión entre naturaleza y arquitectura.
Una línea de jardines en forma de ele separaba los tres bloques de edificios, guiándonos hacia una especie de embarcadero donde se alzaban imponentes árboles de tilo, altos y robustos, que ofrecían sombra y frescura a los jardines interiores. Me preguntaba acerca del tamaño de esos árboles y si formaban parte del ambicioso proyecto de arborización en las orillas del río Spree que Lenné había planeado. Desde los balcones, las plantas en jardineras colgadas de los barrotes se extendían hacia el exterior, añadiendo un toque de verdor y vitalidad al entorno.
En las cercanías del edificio, había una gran cantidad de bicicletas amarradas, evidencia de una enérgica cultura de movilidad en bicicleta en el lugar. Este detalle destacaba el compromiso con la sostenibilidad y la promoción de medios de transporte alternativos.
El nombre “Spreefeld” es una combinación de una palabra y un postfijo en alemán. El postfijo “-feld” se utiliza en alemán para indicar un campo o terreno en un sentido geográfico o topográfico. Muchos lugares en alemán terminan con este postfijo. Su traducción sería algo como “El campo del Spree”, lo cual parece ser un nombre adecuado para describir la ubicación del complejo frente al río.
Esta ubicación proporciona una sensación de amplitud ambigua. Por un lado, al no ser muy caudaloso, el río se asemeja a un lago que proyecta una calma tensa, como señala Kristy Bell en su libro. El caudal del Spree es relativamente bajo, moviendo solo nueve metros cúbicos por segundo a lo largo de todo su curso y reduciéndose a cuatro metros cúbicos al llegar a la ciudad.
Desde la perspectiva del feng shui, el flujo de agua caudaloso y en movimiento representa una energía vital y deseable. En contraste, las aguas no caudalosas o estancadas pueden indicar estancamiento energético. Sin embargo, la lentitud del río se ve compensada por la fuerza del viento que sopla desde el este, lo que agrega un dinamismo y equilibrio a la ubicación del Spreefeld.
Al ingresar a un amplio y diáfano salón comunal de aspecto industrial, los edificios de concreto y madera de arquitectura pasiva sin acabados, adquieren un aspecto “post-apocalíptico”, como describe uno de los miembros del grupo. En este espacio, nos recibe el Dr. Michael Lafond, un norteamericano de edad avanzada que llegó a Berlín en 2002 y decidió establecerse en la ciudad para practicar y experimentar la vivienda cooperativa.
El Dr. Michael Lafond es un experimentado Desarrollador Comunitario, Gestor de Proyectos y Urbanista con amplia experiencia en ciudades de todo el mundo. Su enfoque se centra en las Culturas de CoHousing urbanas e internacionales, promoviendo la autogestión, la orientación comunitaria, la inclusividad y formas sostenibles de vivienda.
El Dr. Landford nos explica los principios de las viviendas cooperativas en Alemania, donde cerca de 2.2 millones de personas eligen este tipo de vivienda. Sin embargo, otros países del norte de Europa, como los Países Bajos, Dinamarca, Suecia y Finlandia, también tienen una sólida tradición de viviendas cooperativas y albergan un gran número de personas que optan por esta forma de vivienda. En las viviendas cooperativas, los residentes son propietarios y miembros de una cooperativa, compartiendo la responsabilidad de adquirir y administrar conjuntamente una propiedad inmobiliaria. Esta forma de vivienda promueve una comunidad cercana, mayor control sobre el entorno habitacional y la distribución de costos y responsabilidades de mantenimiento. Las viviendas cooperativas se basan en principios de participación, democracia y propiedad colectiva, y sus características pueden variar según las leyes y regulaciones de cada país.
El concepto de CoHousing, según la perspectiva del Dr. Landford, se centra en la convivencia y el apoyo mutuo entre los miembros de una comunidad que comparten la vivienda. En el caso del proyecto Spreefeld, se trata de grupos que establecen este sistema de convivencia en espacios diseñados específicamente para este propósito.
En un contexto donde el envejecimiento de la población, la soledad y la escasez de recursos por parte de las autoridades públicas parecen ser desafíos cada vez más apremiantes en Berlín, la vivienda comunitaria o el CoHousing se presentan como una solución potencial. En la ciudad, existen diversos tipos de viviendas comunitarias, incluyendo proyectos que se enfocan en brindar un entorno de comunidad para personas con necesidades especiales.
El Dr. Landford considera que la viabilidad futura de estos proyectos radica en que dejen de ser meros experimentos, dependientes de recursos y apoyos excepcionales, para convertirse en modelos habitacionales integrados en las opciones del mercado. En los años en que se inició el proyecto Spreefeld en 2007, el costo de los terrenos de construcción en Berlín era accesible y razonable, lo que permitió a los miembros de la cooperativa financiar la mayor parte del proyecto. Sin embargo, con la gentrificación de la ciudad en años posteriores y la especulación en los precios de la vivienda, los costos de los terrenos se han disparado.
El Dr. Landford advierte que proyectos como Spreefeld no serían factibles en la actualidad en Berlín sin el apoyo de subvenciones públicas. Esto resalta la importancia de contar con respaldo financiero y político para fomentar y mantener este tipo de iniciativas en el contexto urbano actual.
El Dr. Landford destaca a Spreefeld como un ejemplo prometedor de las viviendas cooperativas del futuro, ampliando así las opciones de vivienda disponibles para aquellas personas que enfrentan dificultades en el acceso a una vivienda y desean formar parte de una comunidad. El proyecto Spreefeld fue desarrollado e implementado entre 2007 y 2014 por la cooperativa Spreefeld, Die Zusammenarbeiter y los estudios de arquitectura Carpaneto, Fatkoehl y BAR.
Inicialmente, el modelo de propiedad utilizado fue el de una cooperativa, pero con el tiempo se han vendido algunos apartamentos con títulos de propiedad privada para contribuir a la financiación del proyecto. La financiación se logró a través de las contribuciones de los miembros de la cooperativa, créditos de construcción y fondos destinados a la promoción de edificios con eficiencia energética.
El acceso a la mayoría de las viviendas se obtiene mediante la adquisición de participaciones en la cooperativa, con un costo promedio de 1.050 €/m2. Las unidades habitacionales tienen un tamaño aproximado de 50m2, y se suman a ello los espacios comunes que corresponden a unos 25m2 por persona. Cada miembro de la cooperativa debe desembolsar aproximadamente 78.750 € para adquirir el derecho de uso de una vivienda en el complejo, además de una cuota mensual de 5-8€/m2 que cubre los costos de mantenimiento de los espacios comunes y la calefacción.
Los espacios comunes incluyen áreas destinadas a eventos, trabajo y una guardería. En la actualidad, el complejo alberga a alrededor de 140 personas, compuesto por 95 adultos y 45 niños y jóvenes. La mayoría de los residentes son adultos en el rango de edad de 40 a 60 años.
Spreefeld es un proyecto diseñado y desarrollado desde principios comunitarios y de sostenibilidad. Desde el aspecto social, se enfoca en proporcionar espacios accesibles que fomenten la participación activa de los miembros en la comunidad, como los jardines comunitarios, terrazas, espacios de CoWorking y de eventos así como la guardería. En cuanto al aspecto de sostenibilidad, se promueve el autoconsumo con un proyecto que aspira en los próximos años cultivar en jardines comunes y producir una parte importante de los alimentos que se consumen. Dentro del diseño arquitectónico no existen espacios de estacionamientos, alentando el uso del transporte público y la bicicleta. Además, el sistema de calefacción es alimentado por energía geotérmica, complementado con paneles solares y una bomba de aerotermia, reflejando su compromiso con la sostenibilidad y el uso eficiente de los recursos.
CoHousing: Compartir espacios y construir lazos en el día a día
Dentro del complejo de viviendas cooperativas, encontramos dos grupos de CoHousing, uno de ellos es el hogar del Dr. Landford, compuesto por otras 20 personas. Este grupo diverso abarca diferentes generaciones, desde una persona jubilada hasta un niño de 4 años. Destaca la mayoría femenina en el grupo, con la presencia de varias madres solteras y sus hijos. El perfil de los miembros del cohousing tiene un rasgo marcadamente internacional, como la pareja polaco-alemana que recientemente tuvieron que buscar para ocupar uno de los pisos y que da pie a que el Dr. Landford nos explique el sistema de casting que permite a los miembros del cohousing, a través de una serie de entrevistas y consensos, elegir las personas más apropiadas para la convivencia.
“Por lo general son personas que ya han experimentado este tipo de sistemas de vivienda y se sienten conformes con este modelo de convivencia” responde el Dr.Landford a una de las preguntas de los miembros del grupo interesada en este aspecto. En este entorno, los residentes comparten servicios adicionales como la cocina, el jardín y la terraza, fortaleciendo los lazos de cooperación y convivencia entre ellos.
Durante nuestra visita, tuvimos la oportunidad de conocer la cocina del CoHousing del Dr. Landford. Este espacio abierto cuenta con una isla central que alberga la estufa y los utensilios de cocina, así como un área de gabinetes y un refrigerador de dos puertas. En una de las paredes de la cocina hay una pizarra donde las personas pueden voluntariamente ofrecerse para hacer la cena o desarrollar alguna actividad para el resto de los miembros del CoHousing.
Según nos explicó el Dr. Landford, generalmente cada persona prepara sus propios alimentos en la mañana y mediodía entre semana. Los apartamentos cuentan con una pequeña cocina que permite por ejemplo disfrutar del café de la mañana en su propio apartamento, algo que el Dr. Landford suele hacer. Los alimentos están disponibles para todos si provienen de los sistemas de autoconsumo. Además, existe un espacio designado en la cocina común para que cada residente almacene sus alimentos personales.
Las tareas de limpieza y mantenimiento de los espacios comunes se distribuyen de manera flexible, donde las personas se ofrecen voluntariamente para participar en estas actividades. A diferencia de otros proyectos de CoHousing mencionados por el Dr. Landford, esta comunidad no se rige por comités encargados de las tareas, sino por un sistema de delegación flexible. En visitas que hemos organizado en conjunto con inforesidencias al CoHousng senior Kotisatama en Helsinki hemos visto esta manera de funcionamiento por sistemas de comités.
Mientras nos acomodamos alrededor de la mesa del comedor para plantear más preguntas al Dr. Landford, quedo cautivado por la representación física que define este espacio. El comedor, compuesto por una ecléctica mezcla de sillas en diversos estilos, colores y tamaños, refleja la manera en que se celebra la diversidad en este lugar.
A medida que el Dr. Landford responde a las interrogantes del grupo, algunas llenas de asombro y escepticismo ante lo que están presenciando, un miembro del grupo plantea una pregunta que parece ir al meollo del asunto: ¿Se producen relaciones amorosas dentro del cohousing? El Dr. Landford incómodo con la pregunta se rasca la cabeza y responde con diplomacia en su voz calma y serena: “Evidentemente, en una comunidad donde los lazos son estrechos, se forjan amistades, familiaridad y también relaciones de pareja”. Destaca que más que una simple comunidad, aquellos que forman parte del CoHousing se consideran miembros de una familia.
Aunque el espacio también permite cierta independencia, la cena diaria se convierte en un momento crucial de encuentro, donde los lazos comunitarios y de cooperación se practican en su plenitud. El Dr. Landford admite que cuando se proyectó este espacio, la idea de compartir la cocina entre varios pisos parecía una medida radical.
Abandonamos el lugar y mientras nos alejábamos hacia Holzmarkt, una aldea urbana y espacio creativo único desarrollado por una cooperativa de artistas y emprendedores en las orillas del Spree, donde teníamos reservada una mesa para disfrutar de un menú vegetariano en un encantador restaurante con acceso subterráneo, nuestras voces se entrelazaban en un animado debate. ¿Estábamos dispuestos a embarcarnos en una experiencia como esta? ¿Es posible compartir un espacio sin tener una comprensión clara de las reglas de convivencia? ¿Qué tan auténtica es esta experiencia que acabamos de presenciar, o será simplemente un simulacro destinado al fracaso?
En mi opinión la verdad es que lo que hemos presenciado funciona y representa un desafío para aquellos que forman parte de esta comunidad. Vivir en un CoHousing, tal como nos ha explicado el Dr. Landford, implica un constante aprendizaje para enfrentar decisiones difíciles, participar, comunicarse de manera asertiva y tener tolerancia. Este es el precio que se paga por habitar un apartamento en un CoHousing con vistas al Spree. Sin duda, este no sería un lugar adecuado para todos los miembros de nuestro grupo de visitantes, pero para algunos, abre una ventana a la imaginación de otras formas de habitar un mundo que requiere enfoques nuevos para los desafíos del envejecimiento de la población, la sostenibilidad y la cooperación.
Quizás esta experiencia también nos ayuda a recordar que, como ocurría en las antiguas aldeas, hemos olvidado la convivencia en comunidad, algo que solía ser común en el pasado pero que, ante las exigencias de la vida moderna, parece haberse desvanecido de nuestras memorias.
Despidiendo a Humboldt
Al día siguiente, como de costumbre, caminé por la calle que pasa frente al Instituto Humboldt y llega hasta la Puerta de Brandemburgo y el Tiergarten. Mientras caminaba, reflexionaba sobre mi experiencia en Berlín y la visita al proyecto Spreefeld. Fue en ese momento que me encontré con la imponente estatua de Alexander von Humboldt, erguida en honor a su legado y contribuciones científicas.
En ese instante, me percaté de que Humboldt y su legado perduraban a través de su obra y de aquellos que se habían inspirado en él. Su enfoque holístico y su profundo entendimiento de los sistemas naturales sentaron los cimientos de nuestra comprensión moderna de la ecología. El día anterior, justo en frente de la Puerta de Brandemburgo, muy cerca de este lugar, un grupo de activistas pertenecientes al movimiento Letzte Generation (La Última Generación) habían pegado sus manos en el asfalto, para parar el tráfico de la calle en señal de protesta contra las redadas llevadas a cabo por la policía de Berlín para arrestar a miembros de dicha organización.
Quizás sea osado afirmar que esto también es una manifestación del legado dejado por Humboldt y Lenné en esta ciudad. No obstante, estas ideas y su materialización urbana, como el proyecto Spreefeld, nos recuerdan que la respuesta a nuestras preocupaciones apocalípticas tal vez resida en la interconexión de todas las cosas y en el papel fundamental que cada uno de nosotros desempeña en la construcción de un futuro próspero para el bienestar colectivo.